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Equilibrio ácido-base: respiración y alimentación

Mantener un estado de salud óptimo depende de distintas variables, como por ejemplo, la alimentación, el ejercicio o incluso el estrés emocional y fisiológico. ¿Sabías que la elección del tipo de alimento o de la intensidad de ejercicio puede jugar un papel determinante a la hora de equilibrar nuestro pH? La respiración y el ejercicio, en conjunto con la alimentación, son dos factores relacionados que debemos tener en cuenta si queremos equilibrar nuestra salud. En este artículo os introducimos algunos aspectos clave de la alimentación y del ejercicio en relación con el equilibrio ácido-base.

 

Equilibrio ácido-base

El grado de acidez o alcalinidad de una sustancia o tejido se mide por el pH (potencial hidrógeno) y depende de su concentración en ion Hidrógeno (H+). Los diferentes tejidos de nuestro organismo deben mantener unos valores concretos de pH para su correcto funcionamiento, lo que se denomina equilibrio ácido-base. Valores más bajos de los adecuados representan una acidosis, y valores más altos alcalosis.

 

Es muy complejo valorar el pH sanguíneo, que debe situarse entre 7,36 y 7,42. Sin embargo, se puede hacer de manera muy simple analizando los niveles en orina (debe estar entre 6,5 y 7,5) o saliva (6,5-7,4).

 

Si nos encontramos con niveles de pH urinario inferiores a 6,5, significará que la sangre está acidificada, y niveles superiores a 7,5, que está demasiado alcalina. Se estima que cerca de un 80% de la población padece de acidificación, algunos con valores de hasta 4,5 de pH (un valor muy preocupante).

 

Entre los diversos factores que producen esta acidosis nos encontramos con:

    • Factores endógenos: stress, fermentaciones – por exceso de glúcidos-, putrefacciones -por exceso de proteínas- intestinales, sobreesfuerzo físico – acumulación de ácido láctico y/o CO2- e insuficiencia emuntorial -mala eliminación de ácidos-.
    • Factores exógenos: alimentos ácidos y acidificantes, tabaco, contaminación, medicamentos…

Ejercicio y Respiración

El ejercicio físico, especialmente el ejercicio anaeróbico o con insuficiente aporte de oxígeno, puede producir una acumulación de sustancias ácidas (como por ejemplo ácido láctico, CO2,…) que provocarán acidosis, al que el organismo deberá responder para restablecer el equilibrio. Para ello, utilizará como vías de eliminación de dichas sustancias principalmente los riñones (orina) y los pulmones (espiración).

 

La forma de respirar y de oxigenar juega un papel crucial en equilibrio ácido-base. Dos formas de ganar ácidos es a través de la retención de dióxido de carbono (respiración) o a través de ingesta de ácidos o precursores de ácidos (alimentación).

 

Lo mismo ocurre con la respiración: la Hiperventilación (relacionado con expulsión insuficiente de CO2), producirá acidosis y la Hipoventilación (donde se incide en una correcta expulsión de CO2) ayudará a mantener el pH dentro de los valores saludables.

 

El ejercicio físico moderado, basado en una respiración correcta donde se facilite y se estimule el intercambio gaseoso y el sistema circulatorio también ayudará a mantener un pH correcto en nuestro organismo.

 

En el caso del sistema de entrenamiento Low Pressure Fitness, la respiración lenta y prolongada de forma voluntaria tan característica lo convierten en un método para equilibrar la respiración ideal. De ahí la importancia de una buena reeducación respiratoria.

 

Otro factor a tener en cuenta es la sensibilidad y comportamiento del sistema fascial a los niveles de pH. Los estados emocionales de tensión y estrés y la actividad física de gran impacto puede provocar que la fascia sufra de mayores tensiones. A través de ejercicios respiratorios y posturales combinados como los que se realizan en el programa de Low Pressure Fitness, se entrena en busca del estiramiento miofascial al tiempo que se reduce el ritmo ventilatorio con la respiración pautada y lenta tan característica de LPF.

 

Alimentación equilibrada

Al igual que el ejercicio y la respiración, la alimentación puede jugar un papel primordial en el control del pH sanguíneo. Cierto es que la alimentación apenas tiene efecto directo sobre el pH sanguíneo, pero los alimentos insanos como los azúcares rápidos, las proteínas animales (especialmente carnes rojas), los alimentos procesados, café, etc. someten a la homeostasis sanguínea a un proceso continuo de adaptación, ante el cual el organismo no tiene otra alternativa que recurrir a sus reservas alcalinas.

 

Las primeras reservas alcalinas que utilizará serán los disponibles en sangre, pero si no son suficientes acudirá a las sales minerales de los tejidos, especialmente al fosfato cálcico de los huesos. Si esto es mantenido durante el tiempo, acarreará efectos nocivos que están sobradamente documentados en la literatura científica.

 

Desde Low Pressure Fitness, creemos que no es cuestión de seguir dietas alcalinas restrictivas, sino de mantener un adecuado equilibrio en nuestra alimentación.

 

Las principales organizaciones de la salud han alertado de la baja ingesta de verduras, frutas y alimentos orgánicos por parte de la población. Teniendo en cuenta esto, y añadiendo el poco saludable estilo de vida que lleva la mayoría de la población, es fácil comprender la espiral de problemas de salud metabólica y cardiovascular de nuestra población.

 

Así, uno de los primeros pasos a tener en cuenta a la hora de mejorar nuestra salud y calidad de vida es valorar si nuestra alimentación es equilibrada o si consumimos demasiados alimentos acidificantes. En próximos artículos, ampliaremos este tema para saber cuáles son los alimentos más y menos alcalinos y cuáles son las pautas más fáciles para poder equilibrar nuestra alimentación.

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